Sus Palabras

uno

Sus palabras eran siempre esféricas u ovaladas como huevos filosofales o sistemas solares y universos con la perfecta forma de trazos infinitos.

Ramillete de estrellas siempre traía en su verbo, y soles brotaban en pequeñas explosiones lumínicas.

Su risa era como el divino croar cósmico de la rana multípara y preñada que salpica sus huevos con la luz de las lunas.

Siempre vertía manantiales de luz sobre mis sequedales y mis noches oscuras.

Hoy vuelvo a escucharlas. Son como una mano bendita que se tiende de puente entre las estrellas y mi alma, al fin vuelvo a encontrarlas...

Romance del girasol

dos

¿¿Y qué hará el girasol
cuando el sol se haya puesto
habiéndose tragado
todas sus explosiones,
y el planeta se enfríe
como un circo desierto
y haya muerto el consuelo
que alienta sus amores?

¿A dónde volverá su rostro iluminado?
¿Para quién bailará su rubia cabellera?
¿A quién arrullará con su garganta de oro?
¿Y dónde encontrará otro sol que lo quiera?

A la hora del alba, cuando llame su nombre
y el sol no le responda,
¿a dónde irá perdido,
girando enloquecido?

Tal vez se arrojará girando locamente
en busca de otros soles.
O pedirá a una luna que enfríe sus ardores.
Tal vez surque el espacio
buscando locamente aquella estrella hermosa
que lo dejó llorando;
o quedará callado, incrédulo, especulando
que su romance fue un sueño de verano,
y que los soles son dioses intocables,
demasiado distantes,
y que los girasoles no pueden alcanzarlos.

O tal vez, en su angustia un sol desesperado
y perdido porque un girasol
se fue tras una luna una noche volando
le pide ser su amante
sin temores ni máscaras,
y el girasol, feliz, bese al nuevo enamorado.

Pero mi girasol
no cree en cuentos de hada.
Y sabe que los soles son de cosecha escasa.
Y llorará en el alba entornado hacia el Este.
Llorará al mediodía hacia el cenit mirando.
Y en las tardes serenas-automáticamente-
mirará hacia el poniente, y mirará llorando

La palabra

tres

En el principio hubo una palabra
que lo decía todo.
Macho y hembra era esta palabra
que desde el infinito
vociferaba en el silencio de la nada
su continuo parto de significados.

Una palabra
que significaba todo lo que era,
había sido y podría ser.

Y la palabra murió de parto.
y los muchos significados prohijados por ella
se creyeron palabras autónomas y omnipotentes
como aquella primera palabra: Madre.

Ahora bien. Cuando la primera palabra única paría,
significado y significante
eran gemelos idénticos.
La cosa se hacía al mencionarla
y persistía en su eco.
El universo existía en su duración.
Las cosas eran las reverberaciones de la palabra.

Porque la palabra era igual
a todas las cosas.
El todo del todo.

Sus hijos quisieron perpetuar la dinastía,
la supremacía de la palabra.
Pero la muerte de la primera palabra
había hecho que toda palabra póstuma
sería también cadáver y mentira.

Pues la primera palabra era la cosa misma,
pero las demás no eran
siquiera sus parientes cercanos.

Concatenaciones

cuatro

Del viento, eslabones recadeno
las viejas palabras
que me trae.
Sorpresivamente.
Nombres y verbos, adjetivos y adverbios
encadenados, subterráneos,
destapan sus sudarios
y flotan hacia cosas y tiempos suyos,
fluyen hacia sus nuevas conexiones,
retejiéndose con nuevos hilos,
a nuevas caras luminosas,
como fantasmas reprocesados
en estreno de identidades.
No la repetición del antiguo
tedioso y conocido zumbido,
sino nuevos bautismos buscan.
No una reconstrucción literal,
sino una recreación recién traída
y recién nacida y editada
por los calados ventanales del memorar.
Nombres y rostros sin ensayar,
sin guión ni libretos,
improvisaciones reflectoras
de su fugaz tránsito
por la escena.

Silencio

cinco

Amado mío
no turbes el silencio.
Mira qué bello es
el nacimiento de la nada.
Mírala como surge de su nadidad
y nos embriaga con su plenitud.

Cómo brota como el chorro fresco
de una fuente que no está en ningún sitio
y está en todos.
Cómo llega sin venir de parte alguna
otra que de sí misma,
estando como siempre ha estado
Aquí
al rescoldo de todas las cosas,
como el fuego divino,
como la antorcha que ilumina toda oscuridad.

Escúchala. Calla.
Su palabra es la luz y la sustancia de la vida.
Vibrante de luz como cielo estrellado
surcado por cometas gloriosos.
Como el amor, igual que el amor es la sustancia
que nutre, que nos carga en sus brazos,
que nos amamanta, y nos revela aquella vitalidad
primera, total, absoluta y sin nombre
que es el amor.

No Temas

seis

La fragmentaria incertidumbre surge a repartir
su tormento cotidiano como un revendón cualquiera.
Al que lo quiere y al que no, repartición sin más criterio
que la propia naturaleza del mundo y de la vida.
La dosis diaria recogida en el dolor del no saber
como en copa dorada paliativa.

No puedes engañarme, sé a qué vienes; quién eres,
Se de tu surco inevitable.
No puedes sorprenderme, tomarme desprevenida.
Te conozco como una condición inseparable de la vida,
de mi vida
que se ha estrellado contra la muralla de la falsa certeza.

Pero, no importa, ven, quiero beber mi porción.
Quiero estar viva.

No importa, acércate, no temo tu presencia.
A fuerza de mirarte los ojos de vacío,
de acariciar tu mano ensangrentada,
somos amigas.

No temas. Ven. Ven, que yo seré tu certeza y tú la mía.

Infinito alado

siete

Infinito alado de mis ensueños.
Surges como un fénix de mis llagas ancestrales.
Ven, pájaro cósmico. Ven a llenar mis soledades.
Ven ahora y levántame en vuelo raudo
sobre el vivir de los hombres y las constelaciones,
a ese espacio sin dimensiones,
a ese lugar sin ubicación ni definiciones.
Ven esta noche, pájaro de filigranas cristalinas.
La vida es un hueco que necesita llenarse de luz.
Cometa de mis sueños, te espero acostada sobre la arena,
entre caracoles y cocolías juguetonas.
Dejo que el mar me lama como un perro su llaga.
¿Qué es el hombre sino una llaga sangrante en medio del universo?
¿Qué, sino la forma sólida y visible de la agonía?
La savia de la vida se me escapa.
El fin se acerca y me acechan las oscuridades de la noche cósmica.
No quiero despedirme sin haber visto tu cara,
ni haber gozado el raudo vuelo de mis alas invisibles.
Ven. Te espero. Mi alma muere sin ti.

Preñez

ocho

Afuera lo cotidiano parece verdadero;
El mundo lo rigen los ecos,
la interminable repetición de mismidades
y tedios habituales, corteses, útiles y redondos;
esferas perfectas en un sistema galáctico
en el que los huecos negros se tragan
lo distinto, lo único, lo particular,
donde las cosas pierden sus nombres
y se confunden unas con las otras.

Adentro la niña practica sus escalas,
ensaya una abstracción en tonos de esperanza.
Mide las distancias entre los pensamientos,
y toma flores de su jardín secreto
para un jarrón hecho con luz de ventanales veraniegos.

Más adentro aún, mide el diámetro
de los universos que nacen de su espíritu
en parto celeste, del caos al cosmos,
y asigna órbitas a planetas y a pájaros y a estrellas,
a versos y a amores inefables
que en silencio nacen y cantan como coros extáticos.

Inversiones

nueve

Agua de mar a río refluye.
Sí de mar a río.
En cósmica inversión de lágrimas
que saltan del mundo a los ojos,
que se encampanan
hasta llegarme a la cumbre del alma.

Dolor dulce y tierno este es.
Cuando el mundo se vuelca,
se para de cabeza y todo lo niega.

Ay, el mar trepa por el río
en ascendente cascada.
La escarpada pendiente de los montes escala
y los peces gozan soñando con nadar
sobre la copa de un roble florecido
como un helado de fresas.

El río es mar que ríe subiendo
hasta su comienzo.

Iniciación

diez

De la certeza a la paradoja
y de la paradoja a la doble paradoja,
salto cuántico en la mente y de la mente
más allá de sí misma,
de la ciudad murada
el exorcismo frente al cementerio
en pos de la montaña sagrada
del no saber

Un saber que es un no saber
-paradoja del intelecto-
haciéndose no intelecto
suprimiéndose como intelecto
para poder conocer el enigma
de lo que no puede ser conocido
para concebir lo inconcebible
que es más inconcebible aún
al concebirse un concebir sin saber;
del mismo modo que se concibe
una nueva vida sin un saber,
cómo sin ella misma saber de su concepción,
sin yo saber que ha sido concebida
con el misterio en el mismo centro de su corazón
como su átomo nuclear

Es y no es
no es y no no-es
pero definitivamente no está.

Sin embargo, nada de lo que es
podría ser sin que el misterio esté
y no esté primero
porque ese no estar y no dejar de estar,
ese no ser y no dejar de ser,
abre el camino para que el ser sea.

Escisión

once

El bautismo separa,
Divide la unidad del todo sin nombre.

Nombrar es ceguera y turbación
en una ciudad entre cometas
que surca el infinito
hecho de susurro de estrellas.

Aprendí mi nombre y olvidé quién era.
Olvidé que era una
con el susurro del ser
que en mí vibraba.

Aprendí mi nombre y los nombres de las cosas
y olvidé cómo caminar con tus pies,
a volar con tus alas,
a hablar con tus palabras,
y a sentir con tu amor
la esencia de las cosas
y el cantar de mi vida.

Ahora tengo que aprender
este nuevo lenguaje
de mi nuevo planeta ancestral.
Inventarme la vida y nacer a su verbo
poético y enrarecido
como una estratosfera transfigurada
en pájaro, ángel, estrella.

Las cosas se silencian y aparecen
en ese anonimato.
Se nombran y desaparecen
en un bosque de palabras.

Me dice que hay que borrar los nombres,
los verbos y adjetivos
regresando a esa quietud primitiva
en que la luz brumosa de
tu verdad sin palabras
nacía en todo momento
y en todas partes
en voraz elocuencia creativa,
en magnífica desnudez esencial,
primera.

En el fin está el comienzo…

doce

En el fin está el comienzo.
Y partiendo de ese fin nos extendemos,
nos derramamos.
Infinitos. Eternos hacia nuestro fin real
más allá de las márgenes creídas
en nuestra ilusión de forma y término.

Como ríos silenciosos hacia nuestro inmenso mar,
como soles gigantescos dentro y fuera de los universos,
vamos hacia fuera y hacia adentro,
hacia el centro secreto de las cosas,
hacia el imponderable diámetro
que coincide con el centro.

En el comienzo está el fin
y tras ese fin creído, nacemos.
Nacemos en el fin aceptado del cuerpo,
en un comenzar eterno y sin principio
hacia los profundos océanos que somos:
mar y gota, playa, arena y romper de olas.

En el comienzo está el comienzo
de la unidad que es nuestro fin.
Y el alma va estirando sus tentáculos
y abarcando espacios y tiempos
que florecen en jardines estelares
más allá de los fines dogmáticos e imaginarios
que llamamos cuerpo, mente, afuera y adentro;
más allá del intervalo que mide el movimiento
inmutable que es la vida.

Nacemos y nacemos y nacemos…

Nacemos y nacemos y nacemos…

Me dijeron entonces

trece

Me dijeron entonces
que cazaba fantasmas.
Que siguiendo esa estrella
me perdería en la noche.
que acabaría estrellándome
contra murallas cósmicas
que quedaría atrapada en redes siderales.
Que más allá de los límites
visibles de las cosas
no había sino un vacío
profundo y tenebroso.
Pero me fui a escondidas una noche volando
atravesando siglos de presentes eternos,
y me llegué hasta mundos
semilleros galácticos
más allá de los mundos que nos dan sentidos.
Galaxias enjoyadas danzaban en el éter
donde está la semilla preñada de universos
esculpiendo realidades pequeñas
de su única realidad inmensa.

Si y no

catorce

Piensan que estoy.
Y estoy (como si no estuviese),
y no estoy (como parezco)
con el café en la mesa.
Ando por los jardines estelares,
aquí y allá (estando y ausentándome).
Ando cazando estrellas
en doble presencia y en ausencia doble
por los paisajes infinitos,
por galaxias desnudas
que ante mí se transfloran
en cometas floridos
y en la mesa familiar
sazonando el café
y pasando las horas.

Si te dicen que me fui
no es cierto
porque nunca estuve.

Adentro

quince

La flor tiene sus flores (adentro)
el amor sus amores
y el color sus colores.
Tiene el dolor (adentro) sus dolores.
La vida tiene sus vidas (adentro)
y los niños sus hombres,
y las hijas sus madres,
y las noches sus soles (adentro).
El tiempo tiene (adentro)
sus tiempos invisibles
y el espacio tiene (adentro)
sus espacios sin límites.
Y el alma tiene rincones (adentro)
donde la flor con sus flores,
el amor con sus amores,
el dolor con sus dolores,
y el color con sus colores,
(adentro en el centro de los centros)
los niños con sus hombres,
las hijas con sus madres,
la vida con sus vidas,
la noche con sus soles
son un punto indivisible
sin duración ni extensiones.
Sin más punto que ese punto,
sin más centro que ese centro
que es la fuente universal
donde se genera el mundo
y a donde regresa.
Adentro.

Ceguera

dieciseis

Lloro por los que tienen sus espejos opacos
y reflejan fenómenos,
imágenes torcidas,
por los que no pueden gozar
de su extensión infinita,
de su abarcación eterna
sin peso ni medida.
Lloro por los que miden sus vidas
en momentos vacíos y transitorios
de un tiempo imaginario.
Lloro por aquellos que se ciegan
a sus eternidades
y en sistemas de lógica
encarcelan sus almas,
por los que vagan por el mundo
con vendas en su alma,
y en medio de galaxias,
no miran las estrellas
ni salen a su caza.
Tristes seres
que con mil universos
y mil mundos de luces
se duermen en los bancos
de las plazas desiertas.
No saben que tales maravillas,
todas les pertenecen,
más allá del margen creído de las cosas,
y la loca espiral de las evoluciones.

Norma Velasco

En el mes de febrero 2009, Norma sufrió un derrame cerebral que limita su capacidad para verbalizar sus pensamientos. No obstante, gracias a conservar su memoria, su lucidez cognitiva y su entusiasmo por la vida, ella publica este poemario. Esta colección fue escrita y guardada durante un periodo de cuarenta años sin haberlos compartido con nadie. Este poemario es, por un lado, la culminación de un proceso intimo de escritura creativa y, por otro, una hermosa oportunidad para que la poeta dé luz abundante a su imaginación y a su sentimiento.

Enlace:
normavelasco.com